
El pasillo es un género musical y danza folclórico autóctono de Colombia y Ecuador, donde es considerado un símbolo musical de nacionalidad.
El pasillo pasó de Colombia a Ecuador introducido por dos agregados diplomáticos colombianos en Quito en 1877, bajo el gobierno de Veintimilla. En Ecuador, el pasillo recibió a su vez la influencia del san juanito y del yaraví, por ello el pasillo ecuatoriano es lento y melancólico, y solo permanece el pasillo de movimiento lento y tonalidad menor. En Ecuador el pasillo se convirtió en el símbolo musical de la nacionalidad.
El pasillo surge durante la época independista en los Andes neogranadinos y grancolombianos en las primeras décadas del siglo XIX como una adaptación del vals austriaco, variación que determinó un cambio rítmico.
En sus inicios el pasillo era solamente instrumental y su ejecución se basaba en los tres instrumentos "básicos" de la música andina: bandola, tiple y guitarra a veces complementados conviolín. Posteriormente aparece el pasillo vocal que incluye letras de gran contenido poético e incluso son poemas musicalizados como "Sombras", de Amílcar H. Díaz y musicalizado por el ecuatoriano Carlos Brito; "Mis flores negras" poema del colombiano Julio Flórez cuya versión musicalizada se atribuye al ecuatoriano Carlos Amable Ortiz, y "Adoración" del ecuatoriano Genaro Castro musicalizado por el también ecuatoriano Enrique Ibáñez Mora.

El pasillo es considerado como una expresión música con sensibilidad y nostalgia; proveniente del vals europeo, llegó al territorio de la Gran Colombia durante finales del siglo 17 y principios del 18. Luego fue consolidándose a través de las retretas.
Por mucho tiempo el pasillo fue la melodía de la crónica de nuestra desesperanza, que navegó por Latinoamérica a través de Julio Jaramillo y otros intérpretes ecuatorianos, y que cayó en el olvido por la irrupción de los Beatles, el rock y sus sucesivas multiplicaciones celulares, es muy cierto.


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